Manolo quiere presentarse a un concurso para profesionales del yeso. Tras haber pasado en la edición anterior una mala experiencia –Benito le rompió una escultura de la Cibeles–, este año pretende hacer su obra a escondidas. Sin embargo, su compañero se entera y decide bajar por la noche al taller a aportar su granito de arena a la escultura de la Puerta de Alcalá que está elaborando Manolo. Benito acaba destrozando de nuevo la obra del concurso.